LA BASE
La Base. Desde el 2001, un lugar donde aprender, experimentar y compartir herramientas para una nueva cultura por la Tierra.
domingo, 29 de junio de 2014
Mayapedal en Figueras!
Una foto con los amigos de la asociación Mayapedal de Guatemala y sus bicimáquinas. Visitar su página web para ver todo lo que podemos hacer con bicis recicladas....
miércoles, 11 de junio de 2014
Las Ecoaldeas Invisibles II
I.
Mandikozo. La Aldea de las mujeres.
Hacia mediados
de los años 70, el Congo se hallaba sumido en un caos de matanzas
indiscriminadas entre guerrillas de las diferentes etnias que pugnaban por su
parcela de diamantes y poder. Fue a raíz de las constantes violaciones y
secuestros sufridos por mujeres de
la etnia burma que unas 200 de entre ellas decidieron retirarse con sus hijos
al interior de la selva virgen de Manawi. Si bien su intención original estuvo
motivada por el miedo y el humano deseo de sobrevivir, la experiencia de vivir
en paz y armonía por primera vez en sus vidas (ni las más ancianas recordaban
algo así) les llevó a plantearse primero y decidir después el no volver jamás a
sus antiguos lugares de origen ni permitir a los hombres dominarlas de nuevo.
Los primeros
meses todo resultó dificultoso, ya que el levantar las cabañas y limpiar de
animales ponzoñosos el lugar resultó bastante laborioso, pero el trabajo les
ayudó a saber organizarse en grupos de trabajo según las necesidades y
habilidades de cada una. Desde un primer momento se montaron trampas y guardias
para evitar ser descubiertas y no fueron pocos los hombres que fueron
sorprendidos y aniquilados por acercarse demasiado a su escondite. El espíritu guerrero
y ardiente de la tribu burma era conocido y respetado desde siempre. Y las
mujeres de Mandikozo fueron especialmente temibles con sus arcos, lanzas,
hachas y cerbatanas mortíferas.
Su odio hacia
los hombres fue terrible en los comienzos. Cazaron algunos de ellos vivos
mediante trampas y los utilizaron como esclavos para tareas de todo tipo.
Incluso para procrear, pues pronto se dieron cuenta de que sin futuras
generaciones la aldea no podría sobrevivir al paso del tiempo.
Como la selva
es rica en recursos, la alimentación no fue nunca un problema, ya fuera en
productos de la caza, la pesca o la recolección. Las típicas escenas de celos y
rivalidades que se daban en sus vidas anteriores no se repitieron aquí pues
todo era justamente compartido. Los jóvenes crecieron fuertes gracias a los
cuidados de las abuelas que también habían decidido migrar. Cuando los chicos
alcanzaban la pubertad los acompañaban de noche y con los ojos tapados hasta
una población situada a más de treinta kilómetros con indicaciones de cómo
llegar a sus antiguos poblados.
Conocida
popularmente como la tribu de las amazonas –pues en su celo y deseo de servir a
la comunidad algunas de las más ardientes guerreras se cercenaban un pecho para
poder disparar mejor con el arco –, esta comunidad consiguió perdurar durante
casi 18 años en la selva congolesa hasta que una epidemia la diezmó. Se dijo
que una multinacional petrolera interesada en los recursos de la zona había
tenido algo que ver en todo ello pero nunca se pudo probar.
Moralejas:
- La
adversidad une; el instinto de supervivencia es indudablemente más fuerte
cuanto más colectivo.
- La
diversidad ha de ser siempre un pilar de cualquier proyecto sostenible.
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